Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser, cuando nadie me ve, pongo el mundo al revés

El sociólogo y escritor Erving Goffman propuso en su enfoque dramatúrgico que las personas interactuamos como si estuviéramos representando una obra de teatro, donde destaca lo que él denominó apariencia: la valoración social positiva que presentamos sobre nosotros mismos en dicha interacción.
La razón que explica dicha presentación positiva es sencilla: controlar las impresiones que los demás se forman de nosotros, porque nos gusta agradar a los otros -audiencia favorable- pero también porque nos gusta acercarnos al máximo al ideal de persona que desearíamos ser -autoconstrucción-
Por supuesto, estos fenómenos no son generales en todas las presentaciones que mantenemos en la vida cotidiana, sino que varían en función del "escenario" de interacción en el que nos encontramos.
No todas las personas utilizamos las mismas estrategias para presentarnos.
El Facebook es un fenómeno que guarda relación con la formación de la persona. En la interacción con otros individuos a quienes, en la mayoría de las ocasiones, no se ve, uno se construye, configura un perfil, o varios, y éste ya sea verdadero o falso, forme parte de la realidad o se componga de pura fantasía, se va modificando. Hablamos de un yo que no es único, un yo fragmentado.
Ahora bien, contando con este marco, nos formulamos las siguientes preguntas ¿Qué ocurre cuando dos personas interactúan en el mundo digital? ¿Surgen nuevos patrones de relación? ¿Entran en juego otros componentes de la identidad? Trataremos de encontrar respuesta a estas incógnitas en las próximas entradas al blog.